Teología sin peine
¿Peinarse o no peinarse?
Dicen que es mejor intentarlo aunque nos equivoquemos en no hacerlo y vivir pensando, ¿Qué habría
pasado si lo hubiera intentado?
Lo peor sería, que nos guste tanto que no podamos alejarnos
de vivir la vida con los colochos despeinados, y que aquellas cosas que son
verdaderamente apasionantes, sean la llama que nos impulse cada día para desear
sacar los pies de la cama y atrevernos a ponerlos en el frío piso, para iniciar
a dar pasos sin saber cuál serán sus destinos, que no nos importe el decir, el
hacer, el sentir o el creer.
El hacer lo que considere verdaderamente importante para mí,
sin pensar en qué tan despeinada me vean los demás, es parte de honrar mi
esencia
Nadie puede recorrer la vida con mis pies o verla con mis
ojos, nadie ha estado donde yo decida estar, ni ha experimentado lo que yo he
sentido, no hay dos personas con las mismas perspectivas, ni con las mismas
ideas, eso hace de cada experiencia única y enriquecedora con mi yo y con el
otro.
Todos en algún momento hemos dejado el peine a un lado, pero
de pronto nos miramos al espejo y pensamos: ocupo peinarme!.
Pero, ¿Para quién ocupamos peinarnos? La vida es un suspiro. ¿Vale la
pena vivirla atenazada por el miedo?
Todos tenemos esa chispa de la conciencia infinita y
buscamos caminamos para llegar, hablamos para escucharnos y miramos nuestro
interior para poder ver nuestra individualidad conectada con el mundo, con el
otro, con mis pares. Lograr no temer a las reservas, a los tapujos, a los
prejuicios que nos rodean y hacer de lo prohibido esas lecciones de vida que
sacan nuestro fuego y lo mejor de nosotros, aquellas fuerzas, la magia
escondida que hacen que las brasas
gocen, festejen, curen, inventen, refunfuñen y en medio de toda esa fiesta
libre al viento, poder descubrir sin
miedo las tormentas, los misterios, las armonías, los placeres y los deleites
que solo el movimiento de mi ser con el del viento, hará de mis colochos la expresión
perfecta vivida.
Si vamos a emprender el viaje de andar despeinados,
olvidemos los bolsos llenos de objetos para arreglarnos, despojémonos de todo,
sin guiones ni recetas. El camino a veces será largo, habrá penas y momentos de
tristeza, pero también habrá momentos de dicha y felicidad. No es fácil, no
será sencillo, no serán placeres de a
ratos, mucho menos a medias, más no debemos temer a vivir sin caos, porque el
caos puede ser la escalera que nos empuje a las subidas que no nos atrevemos a
transitar, la vida nos irá pasando y nos
daremos cuenta muy tarde que no había que mirarse al espejo, que era mejor
salir sin detenernos un segundo a mirar cómo nos veíamos, y aventurarnos a salir
con la primera mirada después del baño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario