martes, 10 de noviembre de 2015

Intensos recuerdos

Se dio cuenta que no era un sueño 
que al despertar y abrir sus ojos
su estado de muerte volvería a reactivarse 
sus pulmones volverían a respirar
y sus latidos por cada minuto
indicarían que no estaba ausente.
Ella tenía un inicio y ya había imaginado su final
pero el contenido no sabía como vivirlo.
Cada día escribía mil hojas y de todas
solo una quedaba sin ser desechada
no sabía si era la correcta
si esa historia era la que quería
recordar como la vivida.
Sabía que todo tenía un momento indicado
que no podía divagar todos los días en un no saber
que la ausencia no era tan cierta
y que la incertidumbre no sería para siempre
el reloj le marcaba que el tiempo seguía su curso.
Todo tenía un antes y un después
aprendió a amar mentes, almas y miradas,
aprendió a reescribir travesías y poner punto final a recuerdos.
Aprendió de aquellos instantes donde olía a café recién hecho,
a restos de pasado y a cigarro
donde olía a montañas, llanuras, a libertad,
a mar y a intermitencia.
Respiraba arrebatos, de esos que la mantenían viva,
se refugiaba en murallas llenas de leyendas
Aprendió a amar sus errores,
sus recuerdos recurrentes,
los tatuajes de su alma.
Solía hablar de todo, y a callarlo todo.
Cerró su cuaderno
no se atreve a escribir un final porque la
esperanza de la vida con todos sus
llantos y alegrías continúan la aventura
vivida y la aventura por vivir...




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