martes, 6 de septiembre de 2016

En la mejilla de Dios hay una lágrima

En su rostro hay una historia
Canción fecunda que estremece el mundo
Sin entender el lenguaje que brota de
aquellos ojos la vida pregunta:
¿Qué quieres de mí?
Y, ¡Un Dios llora!
En sus mejillas corren letras
doradas y un paraíso de pasiones
que nadie comprende.
De frente al cristal se mira y sin
apresurar sus manos el amor baila
en su corazón.
Hay una belleza caótica que, silente
se entrecruza entre el destino del mar y una
ola  sedienta de sí misma.
Y allí, ¡Dios y una lágrima!
Cada una de ellas inunda la tierra
y como sombras abrazan la soledad, que,
sinceras y libres de vacíos buscan la paz
por la que gimen.
No hay claros ni hay oscuros y en el vacío
infinito allí está él.
Se acerca lentamente callando con sabiduría
y  recuerda que, sintiendo su dolor,
cada día en su aposento sus lágrimas mojan
la vida y yo, puedo tocarlas.
Así, sin respirar su mismo aire, cada gota
roza mi piel, la lluvia cae y esta me abraza.



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