lunes, 5 de septiembre de 2016

Un Dios apasionado

El mundo es uno y en él una amante
Unas manos dibujan los arbustos que
rodean los lagos y en el lago una nube
cubierta de reflejos donde caminan las
figuras seducidas
Se ocultan las gotas que caen de los
ojos de Dios.
Su pasión por la tierra es
el instrumento que mantiene la existencia
y cada ser respira ansioso a la
inmensidad lejana del que sopla el
aliento de vida.
Allí mismo un ángel canta y Dios le toma
entre sus manos y la vida florece con
gemidos temblorosos.
El llanto del cielo cristaliza las almas
que sin conocerse se encuentran en cuerpos
enamorados para no abandonarse
Y no dejan de ser
Y cada uno es en su esencia
Son el universo sin espacios ni tiempos
Como seres ambulantes contemplan
el ocaso y allí sentados en el horizonte
se encuentra Aquel, a quien los 
ojos no pueden ver más la suerte de 
su eternidad abraza a la muerte fugaz 
que caduca en el presente y les trae 
esperanza al futuro
Ellos habitan en la nada y en ella
la magnitud crea la voz perfecta que 
silente grita en el todo
Y como cartas con destinos las risas y
llantos se encuentran entre los mundos
de los amantes creados por su fuerza









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