El vicio permitido
El vaho me mira y me cierra un ojo
me cuenta que vive encerrado en la
música de un cristal, le sirvo
una copa de vino y
bebemos con las ansias
de no volver a llorar
Suelta una risa, de esas
donde sus ojos amans sin límites,
a mar abierto,
a un mundo sin palabras
Su sombra fugitiva me abraza
y me roza con ternura
Es un blues que sin vergüenza alguna
gime cayendo sobre el cristal y
hace figuras sobre la neblina que
respira inmóvil en mi interior
Una copa más y mis manos
tocan el frío vidrio que sin agonizar,
deja caer gotas sobre mi alma en la
inmensidad
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