sábado, 20 de noviembre de 2021

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Limón: belleza y olvido

Limón 

En ti se mira la belleza pintada 

de mil colores

Y por tus calles refugias el  

suspirar que teje el futuro 

y trae esperanzas a tu pueblo

En una conversación con mi amiga Mónica, que vive en Limón, Cahuita, le dije que yo no conocía la provincia de Limón y que normalmente pues una iba a turistear a otras partes de Costa Rica, porque las noticias se han encargado de enseñar a Limón como una de las provincias con más alta delincuencia y donde poco se muestra su belleza tanto geográfica como la de su gente.

Mónica, en su asombro, me dijo: ¡Limón es hermoso, tienen que venir a conocer!

Y así, después de 43 años en medio de una pandemia y con pocas libertades, alisté maletas y con mi hija emprendimos un viaje inolvidable de casi nueve horas en bus.

Costa Rica tiene siete provincias de las cuales Limón está al sur del país en la costa y es la zona caribeña de nuestro territorio.

Antes de que los españoles llegaran, estaba poblada por tribus indígenas de las cuales permanecen:  Talamanca Bribri, Talamanca Cabécar y Cabécar-La Estrella.

Cuando los españoles llegaron le pusieron por nombre “La huerta” por la variedad de su flora; después de dos siglos de abandono en 1870 se crea la Comarca de Limón y en 1871 se inician los trabajos de construcción del ferrocarril al Atlántico  que uniría a San José con Limón con el fin de facilitar las exportaciones a Europa del café costarricense. 

Un año después llegan los primeros inmigrantes jamaiquinos para trabajar en las obras del ferrocarril, aportando su lengua, cultura, religión y gastronomía. En 1890 acaba la construcción y Costa Rica se ve así unida por vez primera a su costa caribeña y al resto del mundo.

En Limón se encuentra uno de los principales puertos del país, situación que la ha puesto en ventajas y desventajas, porque como se dice a lo tico: “todos quieren llevarse una tajada de sus ganancias”, y eso hace que se empobrezca más el pueblo y la riqueza se quede en manos de la corrupción. 

Se dice que lo mejor de Limón es su gente, y es que cuando uno llega a tierra limonense no se percata de nada, todo transita con mayor normalidad, pero a la hora de adentrarse a su cultura, a su gastronomía y a sus costumbres es como cruzar a otro país sintiéndose uno parte de él, su belleza y su magia.

Al bajarnos del bus, nos encontramos con gente muy amable y muy alegre, el reggae se escucha por todos lados, el aroma de sus comidas se mezcla con el olor del mar y los colores rojo, amarillo y verde resaltan y embellecen sus calles.

No puede irse uno de Limón sin probar el rice and beans, o el pan bon.  Mónica, mi amiga, tiene pocos años de vivir en Limón y nos recibió en su casa con un platillo cien por ciento limonense y así dándonos la bienvenida a lo que sería un bello compartir y conocer.

Mi estadía fue en Cahuita, en la casa de Rennie, un extranjero que tiene 25 años de vivir en Costa Rica y en su lenguaje el “Pura vida” es parte de su cotidianeidad, y él dice: “Costa Rica, es mi patria y acá en Limón me entierran”. Él ama el barrio donde vive y les enseña a los chicos a surfear y hacer deporte para que no se involucren con las drogas, las pandillas o el narco que, como es bien sabido, por zona marítima va y viene. El Limón es un punto estratégico para los narcos.

El Parque Nacional Cahuita es un área natural protegida. Fue creado para proteger la flora y fauna, los arrecifes de coral y varios ecosistemas marinos. Es considerado una de las áreas de mayor belleza escénica del país por sus playas de arena blanca, su gran número de  cocoteros, su mar de color azul turquesa y su arrecife de coral, por lo que es un lugar que se mantiene muy limpio y bien cuidado. 

Para llegar a Cahuita hay que hacer un recorrido por el sur de la provincia y se pasa por Cieneguita. La gente dice que es el mismo barrio de toda la vida, con un lenguaje de tensión importante y con ciudadanos que hacen su vida cotidiana como si nada de esto existiera; las casas, en su mayoría, continúan siendo de madera pintada con los colores característicos de las casas limonenses, en un nivel más bajo que el de la calle, por lo que son propensas a inundarse.

Cabe resaltar que cuando hay temporales o algún huracán, Limón ha sido una de las zonas más afectadas tanto en infraestructura como económicamente.

El sur de la provincia tiene un contraste en las playas que van desde Puerto Viejo hasta Manzanillo, la paradoja es que estos contrastes, pareciera, han permitido que se mantenga la belleza escénica de sus playas y parques nacionales. 

En efecto, la inexistencia de grandes hoteles no solo permite que los lugareños desarrollen y se beneficien de la actividad quedándose las ganancias en el país, sino que el entorno natural no es deteriorado como sí lo ha sido en los lugares donde existen grandes desarrollos hoteleros.

Si uno quiere ir a bailar y encontrar un lugar un poco más de fiesta o hacer compras para llevarse un recuerdo del lugar, unos kilómetros más adelante está Puerto Viejo, entre otras hermosas playas del lugar.

Limón no se escapa a la crisis económica que está viviendo el país y entre malas administraciones y alcaldes corruptos, como es el caso de Néstor Mattis, quién fue reelegido teniendo cuentas pendientes con la justicia, se puso una vez más la camiseta del Partido Auténtico Limonense (PAL) y logró su reelección con el apoyo de un 7,2% del electorado, por lo que la situación económica de esta parte de la provincia no es suficiente para lograr que la mayoría de sus habitantes vivan mejor.

No podemos dejar de lado las iglesias, porque si algo no falta en Limón son iglesias. De cada dos o tres iglesias católicas se encuentra alguna otra iglesia de distintas denominaciones, por lo que la religión no queda exenta de su cultura, creencias y estilo de vida. 

Nelly Moraga, educadora y poeta limonense en su poema a la Isla Uvita (Limón) quien les enseña a sus estudiantes a amar su tierra y la belleza en la que viven, dice:

“Quiribrí: 

Desde la playa suspiré, 

resignada y envidié tu serenidad.

Esa noche en el Caribe admiré tu belleza 

y agradecida me marché.

En cuatro días que estuve allí pude hacerme un criterio propio, que difiere al que relatan los medios de comunicación. Me faltó mucho por conocer y quedo con una deuda grande ante un pueblo, que en medio del olvido me dejó maravillada y deseosa de volver a disfrutar de su cultura, costumbres, música, gastronomía, de un clima impredecible, de la exótica naturaleza tropical de la zona, de sus parques nacionales, senderos, montañas y playas recónditas y por supuesto de su gente, que como dije al principio: “Lo mejor de Limón, es su gente”.





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