jueves, 8 de octubre de 2015

Un alma, un cuerpo, un sentir

Hay un lugar sombrío,
lleno de destellos que caen de la tierra
Muchos sueños que vagan en el limbo de la vida
Ellos quieren partir, más yo los aferro a mí y los escribo
Podría escribir cartas todos los días
Aún sabiendo que nunca llegarán a su destino
Porque los destinos los cambia el tiempo
Y yo no creo en los destinos
Más ellos se aferran a existir
Miro los pasos y tienen una fría calma
y revelan la ausencia de mis miradas
Aún así, sigo escribiendo
Puedo escribir en mi cuerpo
envolverme en una hoja
y meterme en una botella
lanzarme al mar y llegar a Praga
ciudad soñada por mi alma
ver sus luces y volar con ellas
Deshojarme en sus calles
Oler sus vientos otoñales
Y pintar frente a un cristal mi sonrisa
de placer provocada por la lluvia
de una tarde humedecida
Un instante, solo un segundo extasiado
Y volver a la botella y de nuevo lanzarme al mar
llegar a una Isla secreta, donde no haya frío ni calor
donde la calma abrace mi alma y el silencio
sea el canto para mi paz y despertar
volver a mi realidad, correr entre la vida
apresurada, llena de incertidumbres y egoísmos
pasearme entre las gentes con cuello blanco y
oler sus perfumes costosos
Y de nuevo quiero ser la hoja dentro de la botella
No salir de ella, sonreír en un sueño no encontrado
Y navegar sin rumbo hasta llegar al lugar soñado
Ver de nuevo las hojas de otoño
Y pintar sobre ellas mis versos
Acariciar el dolor de ellas, arrullar
el miedo que les produce el viento incierto
y cubrir sus lágrimas pintadas por la lluvia
Unas letras, unas hojas,
un cuerpo, una botella
un destino, un sueño, una realidad,
Y sigo divagando, en el sentir apasionante
 de las horas que galopean en el reloj y achican
mis tormentos.




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