jueves, 7 de mayo de 2015

Ósculo

Ósculo...
Besos, aquellos que se queman en la soledad con la llama del silencio.
Besos, ángel guardián del destino funesto, que saben de despedidas que explotan en el paladar.
Besos, esferas que flotan en el cielo y se marchan ahogados en los ecos de las aves.
Besos, ni dioses, ni demonios, solo prisioneros de alusiones sobre las tumbas de los vivos.
Besos, congelados en los corazones que con fuegos se someten en un cielo gris.
Besos, insólitas miradas llenas de interpelaciones.
Besos, desconsuelos que se desarticulan por dentro y hurtan los crepúsculos matutinos.
Besos, inquietud que toca a la puerta y agonizan sin destinos.
Besos, aquellos que siguen travesías, acompañadas por el firmamento, para tomar la mano silente, amiga, y yo, soy la soledad.

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