el ruido de las hojas levantadas por el viento
acompañan aquella estación del tren,
sus maletas llenas de sueños,
su vida entre el norte y el sur.
su alma alternada entre quimeras y utopías,
llevaba sobre él ropajes plateados que
agitaban las miradas pícaras del
frenesí de una aventura
Fría la quietud,
Apasionada su alma.
La emigración del tiempo!
Se deshojaban las ideas,
llenas de suertes frente un pozo del destino.
Un lugar entre hierros y cristales,
una moneda de papel
Un fondo que no tiene fin...
Una imagen, un deseo, una lágrima,
muchas sonrisas.
Rayos dorados que iluminan su hermoso rostro.
Zozobras de un mañana incierto lleno de besos,
abrazos de sombras que acompañan el pasar de los años.
Pasiones que abultan las venas,
respiraciones aceleradas con la vida.
Su niñez: un recuerdo
Su juventud: colmillo blanco
Sus años: canciones entonadas
bajo un foso del deseo.
La tierra acompaña sus pies,
pasos cautelosos llenos de pudores impuestos,
aguas agitadas dentro del cemento gris.
Su mirada, llena de inviernos,
Sus palabras, adornadas con la primavera,
Su alma, como el fuego del verano
Su semblante, como el otoño fascinante.
Sus ojos, como la inspección que
añora el temblor de sus piernas.
Su risa, la conquista del viento.
Un pozo, un sueño, un anhelo,
una pasión, un amor...
...Fotografías que divagan en las palabras
no pronunciadas.
Gritos que callan en los corazones llenos
de ecos.
Ideas infinitas que se pierden en la
finitud.
Desenfrenos del alma que no conocen obstáculos.
(foto: Tomás Quiñones, España)
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